Quisiera que fuesemos cielo y tierra, o al menos
las tormentas intermedias, pero cielo allá
- hubiera al menos intentado -
y tierra aquí permanezco hundido en el eco.

Ardió mi hoguera cuando tembló mi frente,
- las palabras me hablan entreabiertas, soy un perdido más -
y cuando bajé la mirada, el fuego
transformó en cenizas el desahogo.

Me hubiera convertido en desierto, pero
agarré mi mochila y cargué con esto:
hasta la próxima vez
que llueve, nieve o truene
las letras de tu nombre sobre mi corazón éste.