presentimiento.

ya ni siquiera voy en trenes,
y por bendición, casi sin querer
me cuelo en la estela de una estrella fugaz
y sin más, me duermo en la noche eterna.

allí me esperan, con suerte
atletas de la desidia de las palabras
y seniles trotadores de planetas,
jardineros de pestes malditas
y lenguas ácidas,
torpes malabaristas de las venas
y mujeres secas,
como tantas otras plagas que me sueñan
mientras estrellas gigantes gritan tu nombre y me aturden y estallan.

y me desbordo lamentable.

la ciudad hermética también tiene poesía
recita tiernos versos de madrugada
formando en las nubes tu nombre sobre el cielo claro
y en sus luces de neón gritando un barato "hotel"
pero como vos sabés nada me cura
lo suficiente:
entre estas paredes de cemento
no puedo contener mi amor.
ella sigue siendo todo al fin
cuando la noche viene y ataca
es ella:
ella son estas palabras que son lo único que me queda.

usaría mi boca
como un puente hacia tu pelo
puente que florecería eterno
y que recorrería, de lo bello a los besos
ida y vuelta el mundo entero
como quien barre sus propios pasos
pasos que no se pierden, que saben, que van
y bajaría sin escalas a tu vientre
a tus ojos, que nacieron vientre
y viviría en ellos
como una ameba vive en el mar
sumergida y a la deriva de sus mareos
y sólo así. siempre así
sólo allí dejaría huellas.

-siento el alma resquebrajarse

y estas lágrimas que veo caer
son los pequeños pedazos del vidrio roto
los cristáles sólidos, perdidos y secos
despiertos
que rompen con todo
y así duelen y así matan:
junto mis lágrimas que me devuelven
mi propia alma muy de a poco.