y por bendición, casi sin querer
me cuelo en la estela de una estrella fugaz
y sin más, me duermo en la noche eterna.
allí me esperan, con suerte
atletas de la desidia de las palabras
y seniles trotadores de planetas,
jardineros de pestes malditas
y lenguas ácidas,
torpes malabaristas de las venas
y mujeres secas,
como tantas otras plagas que me sueñan
mientras estrellas gigantes gritan tu nombre y me aturden y estallan.