se abrió la persiana
y asomó un primero de enero
nuevo como un pájaro

adentro llovía de a mechones tu pelo espeso
toda la habitación era gran cama
repleta de cerrojos negros

de violetas en camino del otoño
el parque recorre conmigo otros misterios
y mujeres que con sus manos
cubren mis ojos
y te celan más que el viento
un cuervo hace sonar las campanas de la noche
lo escucho
tengo tanto frío como un cadaver

las migas lo que apenas sobra
suplican que los perros al fin vengan a morder
desvainen la espada me pongan al tanto de la situación

lo que el río de lágrimas deja como cauce seco
cuando se posa en otro cuerpo

debajo de los ojos
mi cara de espanto

que vangan todos los animales del miedo entonces
que nada quede
ni las palabras
ni las salvedades

así transcurre.