ahí
en ningún lado
ahí me encuentro
en el punto muerto de la desesperación del ser.
...Y entonces tenías los ojos llenos de piedras, rojos como si te sangraran dentro, y húmedos como a punto de llover. Eran tus ojos dos duras piedras incandescentes, arrasados por un presagio que ya no cabía en su diminuta órbita asediada por el dolor. Parecían un lago donde se reflejaba una luna putrefacta y amarilla, descompuesta por la fiebre. Eran dos trapos desgarrados, pero llenos de luna. Tenías, al fin, luna en tus ojos. Y entonces ví las primeras gotas blancas y gordas caer de tus ojos empedrados y rojos y llenos de pequeñas lunas resquebrajadas, como quien mira el espectáculo de la lluvia desde la candidez y la indiferencia de la ventana de su casa.
Suele suceder que la noche, opaca y sin estrellas, que se posa sobre nuestros cuerpos como eterna y resignada a permanecer allí, maldita e imposible, no es otra cosa que la suma del recuerdo de otras vidas que ya hemos padecido, y la espera de las que todavía acechan. Otra tortuosa visión de la que no es posible escapar.
Sin ningún viento,
¡Hazme caso!
Gira Corazón;
Gira Corazón.

Federico G. L.
Ya no escribo cartas abiertas al futuro:
tal vez soy de los que ya no tienen bronca
ni uno de esos hermosos seres que descargan letras
y derraman vida -que les sobra-
a lo que todavía no está dedicido y por lo tanto abierto y conquistable.
Allí en la fogata de palabras
donde ardían sueños como fuegos serpenteando como gatos
te encontré
haciendo chispas en el fuego blanco
pronta a fugarte hacia la nada
con ese vestido y en esa danza
abierta y hermosa como la última estrella blanca de la noche
encendida y caliente como la última luna de los cielos.
soy todo cuerpo padeciendo.
Otra noche más que me pagan con sonrisas mi papel de payaso solitario. Otra noche que trabajo de títere por el mínimo salario de otra excusa que apague la muerte por un rato. Otro silencio largo que guardo como un secreto. Otra noche más que no le duelo a nadie.
Hegel escribió: "Ahí va el espíritu absoluto a caballo"
cuando desde su ventana avistó al Gran Napoleón
en guerra sediento de sangre vieja real
para atracar al mundo con la nueva sangre real
absoluta ella sola de sí misma ciega cerrada sobre sí
creando nuevos monstruos por donde cabalgara.

¿Que hubiera escrito Hegel
de haber visto al Che Guevara en la selva americana?
tal vez hubiera escrito:
"Ahí va la revolución con un fusil en la mano"
o tal vez "Ahí va el Romanticismo a morir por el ideal"
pero nunca
"ahí va el último suspiro del futuro
asmático y moribundo y sólo en medio de la nada
luchando contra todo"
porque Hegel no sabía que hay quienes pelean
contra la nada del espíritu
y la absoluta nada
de este mundo.

Desde mi ventana yo sueño con él
y escribo:
"Allá va todo el amor de un hombre
con el mundo a cuestas".
Hay muy pocas cosas por las que nos corre la sangre, y hay mucha sangre derradamada, mucha muerte roja danzante y perdida, y poca roja vida adentro de los hombres; hay muchas almas vagantes y mudas, y sólo a veces sentimos como nos vuelve el alma al cuerpo, pero en cuanto abrimos los ojos después del estremecimiento se nos fue otra vez, la perdimos quien sabe dónde. Tal vez por eso nos emborrachamos tanto, por eso tanta noche negra y tantas palabras balbuceadas y besos regalados. Tal vez por eso nos emborrachamos: buscándonos adentro, buscamos y buscamos con qué llenar lo que está vacío.
desnudo el tumor la bestia el nudo/tocado
pisado/desterrado del hueco profundo/
irritable señor que cae de boca al suelo/boca rota
de tanto enmudecer/sale

el tumor a metástasis/a pus hediento amarillo/
a muerte sobre suelo que vive/ahora viva
la verdad/tumor/hablante/desnudo
el velo que cubría el dolor/hablamos

muy fuerte/
gritando como gritaban los pasos de la bestia/
Hay cada boludo terrestre y cada boludo que quiere tocar las estrellas...
Como si de repente alguien le extendiera la mano
al sueño desplomado sobre el callejón
borracho ciruja y hediendo a licores
que despide el aliento de su derrota

como si alguien le hablase al sueño tumbado
con voz dulce de montañas y vientos
que son secretos y cantos impíos que huelen a cereza
como el perfume de los campos del inmenso mundo

como si esa voz y esa mano
viniesen a su recuerdo de sueño mendigo putrefacto
con la fina pluma de los poetas
y la delicada figura de una mujer de pechos frescos y blancos

como si el sueño muerto preguntase de repente
-¿porqué?
como si deviniera en niño en un cuarto de espejos
buscándose ya muerto un nuevo pie joven
de aventuras que nunca llegaron

-¿porqué? repite el mendigo entre la mugre

-¿A que saben esos pechos dorados de Dios
que danzan como las estrellas de mi delirio?
-¿Y cómo será oír esa voz dulce de mujer dulce?
¿como probar el azúcar, tal vez?

-¿Y a qué olerá la vida allá
donde los sueños brotan?