Buscando en las grietas que quedan
un poco de aire,
en esos espacios recónditos de la memoria
donde yacen en penitencia las historias
que alguna vez hemos podido respirar,

volvemos
rogando por los rincones
asfixiados de necesidad
urgidos de una boca
un puente, una sirena
un escape, una palabra
un alma tendida, estirada
cuyo manantial de naturaleza
elongue su pecho
y nada más.
Sucumben
- de los perros-
los reyes y la noche.

Socaban
- de las caricias-
el sinsentido y el llanto.

Emergen
- de la tristeza-
todos ellos, y el ahogo.

Como embrujo de Andrómeda.

Porque la soledad deriva en desesperación.
Y la desesperación existe porque existe el basta, aunque no haya basta que baste
para terminar con ella.
Y del basta devino el riesgo - como explosión y ladera -. Creciente el riesgo, más soledad.
Y a más soledad más desesperanza. Y de ellas las matemáticas,
y como ellas este cálculo, y de ellas la cordura - inestable- y la locura - tensa-.

Así como de las arcadas sigue el vómito, y el vómito genera a su vez otras nuevas arcadas que producen más vómito, así se siente. No todo el que busca encuentra.
Ése es el mapa circular del corazón. Un creciente círculo vicioso
que nos pierde dentro, un espiral - mapa del Universo -,
un pozo - donde se hunde la razón -.
Laberinto de infinitas paredes donde crepitan los locos y donde crepitan las cadenas
y donde, al final - como embrujo de andrómeda -
aparecieron tus ojos, trampolines del averno y también espirales.

La constelación, el ánima;
lo que sangramos en las noches de calles negras
y a quien bebimos de a sorbos el vino juntos
- la que me llevó a vos, la que te trajo a mí - Y así.

Velador.

Crujen la soledad mía y el tiempo,
crujen con la sorna del epílogo que sentenció tu pelo,
al tuteo entre el velo y las sombras,
a su lúgubre entendimiento.

Crujen como las hojas en otoño y los ojos en invierno,
como esa herida que tanto espero y que ya me sangra
aunque le tenga miedo
y como las migas de nosotros que son mis sueños.

Y lo que sueño es lo que me queda de resto.
Y lo que sueño es quizás la soledad.

Y lo que más cruje de todo, lo que hace crujir a mi alma
es que vos lo sepas, y no te estires.
y yo que velo por saber dónde estás.