Ya se adueña de mi la soledad de enero:
esa brisa que cocina lento al corazón en las brazas del olvido;
ese dolor de ventilador e insomnio;
ese calor calcinante de las espaldas inscriptas en las pupilas,
como presagios y como ruinas,
hogueras para el amor sofocado,
que se siente la nada en el carnaval,
la máscara en las risas,
y la muerte cada vez que insiste.