ella
fugada lejana pero nunca neutra
sus manos
altas vagas robadas negras
su corazón lanzallamas
soñado por trovadores de otros siglos.
sus ojos guardan
bajo la aureola de su mirada
los colores del ocaso;
y en su boca cae
antes del beso que la busca
el día entrando en la noche;
y en su frente clara
tras largas horas de peregrinaje
amanece el sol de los otoños;
y su ropa viste
adornando de luna aquí y allá
su desnudez que son todas las estaciones.
pues bien, milagro...
barrado por ella mi magia clama
mientras se arma de bosques para besarla mejor
unas ansias que ya no caben en la música
y desbordadas se lanzan a su cueva.