¿bajo la sombra de que condena
miran tus ojos sino a los príncipes
de tales tinieblas tan dulces
con las que soñaste siempre
bajo los árboles y sus copas al viento
en las noches
que agitan tus vestidos tan volados?

¿bajo el influjo de que sombra crees estar
sino de la que persigue ciegamente
cada latido de tu pelo
como la huella de toda chispa?

¿Bajo que designio se hunden tus pies
sino en el remolino de estas sábanas
de las que habla tu sed sin excusas
que sólo calma esta otra alma semejante?

¿No creíste alguna vez que tu sombra misma
me acompaña acaso en cada una de estas palabras
que te atestiguan
tan auténtica?

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