Hay muy pocas cosas por las que nos corre la sangre, y hay mucha sangre derradamada, mucha muerte roja danzante y perdida, y poca roja vida adentro de los hombres; hay muchas almas vagantes y mudas, y sólo a veces sentimos como nos vuelve el alma al cuerpo, pero en cuanto abrimos los ojos después del estremecimiento se nos fue otra vez, la perdimos quien sabe dónde. Tal vez por eso nos emborrachamos tanto, por eso tanta noche negra y tantas palabras balbuceadas y besos regalados. Tal vez por eso nos emborrachamos: buscándonos adentro, buscamos y buscamos con qué llenar lo que está vacío.
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