Ahora que empiezo a hablarte y te beso la boca con la mía roja y húmeda, apuntalándote versos de mis labios en cada cisura de los tuyos que abiertos me esperan me oyen, empiezo a desdibujarme y perderme como el humo en una última pitada de tus besos que ahora manchan mi cuerpo y me dejan desnudo para lo que queda de sendero, siempre besado y tocado y hablado por ellos, donde otros labios me hablarán, otra vez, en su extraña lengua que oye y que besa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

por ahí quiere que la vayas a buscar