...Caminaba un tanto distraído rumbo a casa cruzando por una de las veredas internas del Parque Lezama, cuando de repente tropecé con una piedra y caí y rodé cuesta abajo sin freno hasta quedar tumbado de cara a la Avenida Martín García con la calle Brasil a mis espaldas, abollado como una lata psioteada y allí morí por unas cuantas horas, hasta que los vagos me revivieron a patadas mientras trataban de embocarme entre dos árboles y gritaban de júbilo y felicidad. Mi sangre está toda allí entera desparramada y todavía tibia. No te recomendaría que pases nunca más por ahí.

No hay comentarios: