No quisiera herirte
pero tengo que dejarte
me acongoja el jardín de lo que pudo haber sido
y que tu pelo sea el techo de esta noche.
En los umbrales plurales de la devoción
se pierden platos de cientos de miles de mí negados
caminos y señuelos, balcones y recuerdos
hundidos en tu barco.
Alguien llora y quien escribe
hace las veces de su ángel
se desdobbla consciente se deforma
y heridas sus venas se mezcla su sangre.
Yo voy a escribirle al ángel
así reposo de vos en su sangre
y mientras él me escribe
yo te dejo sin herirte.