leíste sobre el horror en la arena,
vaya si el mar lloró junto a tus pies
revolcándose
avergonzado por el cielo en su negro mareo
mientras hundías tus ojos dulces en mi carta amarga
de boca amarga
que salpicó de invierno el verano y ay,
que sopló tan fuerte como el último aliento de un beso
y que brotó, helada, de mi verano aturdido también.